Al fin y al cabo, uno se pregunta si los editores saben qué es lo que queremos saber; es decir, si su óptica informativa tiene relación con los intereses del público. La noticia, ya no es lo mismo de antes; hoy, lejos de recibir información objetiva, clara, precisa y concisa, observamos sentimentalismos. Qué importa que puedan haber robado un banco seis delincuentes a mano armada, si lo que privilegian es el testimonio del vendedor del negocio del frente, en este afán, da lo mismo el robo, porque lo que importa es mostrar imágenes de dolor y llanto en vez del crudo dato de la delincuencia. Se privilegia el testimonio del vendedor asaltado y los reporteros preguntan obviedades: si sintió miedo, o si le dolió mucho el golpe de puño con que fue reducido, o si alcanzó a rezar... ¿Y la declaración oficial del representante del banco? ¿Y la imagen de los detenidos, un tanto cliché, cuando triunfa el bien por sobre el mal? ¿No importa, acaso, en la noticia “de la tele” si el local falló en las medidas de seguridad o si el robo pone en jaque el negocio?
Entonces, ¿de qué estamos hablando? Para tener un poco de rating, ¿es necesario tanto sentimentalismo? Lo más desalentador es que no hay canal que no ocupe este recurso, como si fuera el único acuerdo al que pueden llegar sus editores de prensa, en el que mostrar a la señora llorando es más importante que la información clara y precisa, es como si de pronto los noticieros se hubieran convertido en una especie de "Aló Eli", al cual la gente va a contar sus desgracias y desaveniencias.
De igual forma, el periodismo en la televisión abierta ha caído presa del rating y se ha convertido en un monopolio de restringida expresión, en el cual sus editores están restringidos y “pauteados” por el canal del lado. Dos ejemplos claros de esto:
El primero: hay horarios definidos para cada sección, como por ejemplo, a partir de las 21.45 hrs, estamos prácticamente condenados a ver sólo fútbol, ni siquiria otros deportes: sólo fútbol. A esa hora todos los canales de TV abierta entran en “cadena nacional del fútbol”. La estación que sea muestra deportes a esa hora. Por un lado es un beneficio, porque así es más ordenada la cosa, y la gente hasta puede organizar su tiempo, está advertida de que puede tener unos 15 minutos de 'recreo' antes de ver el informe del tiempo; pero por otro lado, no tenemos derecho a la diversidad? ¿por qué debemos estar sometidos a los juegos internos de los canales, que sin una cuota de autonomía, tratan de pisarse los talones noche a noche? Por que no es ni mentira ni un secreto que en la parte que no vemos en la pantalla, en la sala de programación, hay cientos de empleados frenéticos mirando los canales de la competencia y siguiendo el rating, para ajustar la programación y, “sacar” a los llamados personajes aburridos de pantalla. En cierta medida, es un acto arbitrario someter al público a los dictámenes del rating que supuestamente, que supuestamente da una mayoría de televidentes. Esto, en desmedro de otro público que también tiene derecho a informarse. Al fin y al cabo, somos sólo víctimas receptoras de lo que ellos quieren mostrar, un cierto tipo de esclavos que reciben esto cuando ellos quieren, como ellos lo prefieren.
En segundo lugar, además de que tenemos que informarnos cuando los canales lo decidan, tenemos que informarnos cómo ellos lo prefieren. Aquí volvemos a poner en tela de juicio a los periodistas, que se han mecanizado en la forma en la cual nos informan. A medida de ejemplo (y todo aquel que vea esto lo puede confirmar con ver los noticiarios), está la forma en la que toda nota se inicia, sea para informar crónica roja, política, espectáculos, economía, internacional, misceláno, etc.:
"Margarita es una mujer joven, amante de los perros. Ella los quiere mucho porque así no se siente sola. Para esto adoptó nueve caninos." Acto seguido, se informa que su Municipalidad da por orden no tener más de cinco en una casa. Entonces, sale Margarita nuevamente: "Yo encuentro súper injusta esta medida, porque a mí me encantan los perros y no me pueden hacer esto (empieza a llorar)... Yo me voy a sentir súper sola sin mis perros" y cierran la nota con Margarita llorando.
Con rigor analítico podemos concluir que Margarita tiene el derecho a mantener cuántos perros quiera, y a llorar en estas imágenes. Pero el problema no es de Margarita que, a todo esto puede tratarse de un solo caso, no de la generalidad y, sin embargo, la TV abierta trata de presentar esta “noticia” como un problema social mayúsculo, como una preocupación que compete a toda la ciudadanía. No se trata de insensibilidad, para nada, y no es que el ánimo de los chilenos no interese, sin embargo, ¿cuál es la noticia? ¿la soledad de Margarita? ¿lo injustas que son las medidas de su Municipalidad? Ahí está el problema. En que perdemos el rumbo de la noticia por mostrar el caso específico de Margarita. Y todas las notas empiezan así, para cada tema encuentran a una persona que tenga justo ese problema. Entonces, si en cada edición muestran un total de veinte notas, vemos, por lo menos, diez personas distintas contando sus problemas. ¿Y si lo multiplicamos por cada canal? Y en todos los canales es así por lo demás.
Hay un famoso dicho, del cual los rostros de TV no se cansan de repetir: 'El tiempo en TV es oro'. Entonces cuál es el engaño aquí, por qué lo pierden en recursos de identificación, que francamente no nos interesan? ¿Dónde está creatividad del periodista? ¿Por qué todas las noticias empiezan así? ¿Quién los manda a no hacer una nota distinta? Sinceramente, es un poco tedioso, a momentos aburre ver lo mismo todas las noches, en todas las notas periodísticas, y más encima, en todos los canales.
La problemática de esto, es que quién tiene acceso a la televisión pagada, o al "cable" como se le dice popularmente, es totalmente libre de elegir lo que verá, cómo o cuándo. Qué mal saber que aquel que puede pagar un servicio será mucho más libre que una persona que debe conformarse con lo que aparece cuando su enchufa su televisor y lo prende. Es como volver a tiempos remotos en que la libertad era pagada. Algo así nos está pasando con la televisión abierta. Estamos todos inmersos en un sistema maldito, en el cual todos somos esclavos del automatismo. Desde nosotros, que viviendo la misma realidad día a día, aún así lo seguimos prefiriendo; pasando por los periodistas que dejan todas las ideas con las que salieron de la universidad guardadas en una carpeta en un escritorio del computador y hacen lo mismo que los demás; hasta aquellos productores-editores que tienen como prioridad pisarle los talones y hacerse zancadillas entre los canales y olvidan que tienen que informarnos. La intención de esto no es cegarse tampoco al negocio de la televisión: sabemos que estos recursos emocionales venden, pero qué otra opción hay? La gente que no puede acceder a otro tipo de televisión debe ver esto para informarse. Entonces es un círculo vicioso, un monopolio del que somos parte importante, pero del que con manos atadas debemos participar.
Si siempre vamos a estar así, prendamos una velita para que la TV por cable no se haga nunca gratuita.